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Emilio Rodríguez Larraín, Lima, 1928 - 2015

Desde fines de los años sesenta y a lo largo de la década siguiente, cuando aún residía en Europa y previo a su retorno al Perú, Emilio Rodríguez Larraín abandonó en su obra las texturas propias del informalismo y empezó a incorporar proyecciones espaciales que sugieren la ilusión de tridimensionalidad. En ellas se aprecian figuras en medio de un espacio indefinido, en todo ajeno a la perspectiva tradicional. Estas pinturas responden en parte al acercamiento del artista a la práctica escultórica en esos años, pero también están influenciadas por su formación como arquitecto.

Óleo sobre papel , 50 x 65 cm